Siempre he tenido la sensación que pendía sobre mi cabeza una especie de maldición griega, la de ser capaz de ver las dos caras de la moneda y no poder decantarme por ninguna de ellas.

- Sí, es cierto, la cara es amable, suave, delicada..., pero por otra parte a la cruz le adornan la veracidad, la fuerza, el saber ser y estar...

Mientras los unos se aferraban a la cara y los otros a la cruz, yo siempre pensaba que la una y la otra, juntas, formaban la moneda completa y que porqué debía renunciar al todo para quedarme sólo con una parte. Una, que eso de tener que elegir no lo lleva del todo bien.

Y así transcurrían mis días, llenos de "sí..., pero", "o... o", "bien... aunque", etc.

Pues eso, una maldición, no me digáis que no. 

Pero entonces, cuando menos lo esperaba, aparecieron en mi vida, cual caballo blanco de Santiago, el Counselling y la mediación, y me salvaron de una vida condenada a vagar sin rumbo entre las seguridades de unos y la obstinación de otros. 

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No domino del todo bien el Storytelling, así que antes que sea demasiado tarde tengo que decir que las cosas no sucedieron exactamente así.

Como casi todo en la vida, o al menos en la mía, las cosas han ido aconteciendo poco a poco y en silencio.

De huir de los problemas a darme cuenta, poco a poco, que si los evitaba, antes o después volvían a aparecer, y con fuerzas renovadas.

De tener una visión naif  y bobalicona del ser humano, a rechazar conocimientos demasiado íntimos y evitar el dolor que eso pudiera provocar, para terminar, poco a poco, adentrándome, con pasión, en las profundidades del alma del otro, cualesquiera que éstas fueran.

Termino ya, que no quiero aburrir al personal, pero si te ha interesado lo que has visto y leído hasta ahora, puedes apretar el botón "Saber más" que aparece a continuación.